sábado, 28 de noviembre de 2015

Los allanadores, de Carlos Pardo



Según el evangelio de Harold Bloom, Carlos Pardo pertenecería al selecto club de los poetas fuertes. En efecto, estamos ante uno de esos autores llamados a liderar un cambio estético y a ejercer un magisterio saturnal sobre sus seguidores. Ocho años después de Echado a perder (al tiempo declaración de amor y de intenciones), Los allanadores avanza por un terreno inseguro, entre sobresaltos expresivos y desajustes tonales. Sin embargo, esa sucesión de acordes y desacuerdos se erige en uno de los puntos centrales de su programa emocional: “Para que una experiencia esté completa / un imprevisto / agente secundario / añade su ingrediente / disonante”. Así, la teoría musical de los armónicos permite suturar las cicatrices que atraviesan los versos: la cadencia lírica y los injertos prosísticos, la gravedad confesional y el desplante irónico. En Los allanadores comparecen los residuos biodegradables del yo, los eslóganes de la vida en pareja (“La mañana no tiene secretos para nosotros”) y el desorden de las relaciones familiares. Frente al tremendismo en el que podrían desembocar algunas situaciones, Pardo opta por la asepsia sentimental y por la desactivación de los resortes patéticos: “permite que me ahorre / la efusividad”. Con todo, el principal acierto de Los allanadores reside en su trama autobiográfica, concebida como una extensión de la obra narrativa del escritor. Un ejemplo es ‘Mis problemas con el judaísmo’, donde se mezclan y agitan la precaria salud de la madre, el activismo desencantado tras el 15-M y la indagación en la genealogía histórica del sujeto. Aunque a veces la avalancha anecdótica acaba desbordando las costuras discursivas, cabe aplaudir el riesgo de quien se resiste a dejarse encasillar en un minimalismo ilustrado y en una fragmentariedad elíptica. En suma, el autor que en Echado a perder navegaba “entre los pre y los pos” entrega aquí una poesía sin prefijos, un poderoso testimonio de la desposesión y la prueba de que otro mundo creativo es posible. 

Una versión abreviada de esta reseña puede leerse en el suplemento "Babelia" del diario El País (28 de noviembre de 2015)

jueves, 26 de noviembre de 2015

Retrato de una dama: N)u(nca, de Luigi Amara



Nadie pone en duda que las relaciones peligrosas entre poesía y artes plásticas dan mucho juego. La invención de la écfrasis permitió pasar del aburrido ejercicio de la descripción a la feliz taumaturgia de lo especulativo. Así, el retrato dejó de ser el espacio material donde se fijaba la presencia del individuo para convertirse en el lugar abstracto donde se despliega el carnaval de las identidades. Al versificar el atrevimiento de Parmigianino ante un espejo de barbero, John Ashbery dio carta de naturaleza a un subgénero que sustituía la linealidad secuencial por la implosión de significados latentes. “Todo es superficie”, afirmaba Ashbery. Y “todo es perspectiva” podría ser el lema del último libro del poeta y ensayista Luigi Amara (Ciudad de México, 1971), autor de una amplia producción lírica y artífice de una muy recomendable Historia descabellada de la peluca, que fue finalista del Premio “Anagrama”.


Editado con impecable esmero por Sexto Piso, Nu)n(ca no pretende ser ni una secuela ni un remake de Autorretrato en espejo convexo. Por el contrario, estamos ante un libro con voz y luz propias, cuya genealogía remite a la sintaxis del deseo que analizó Balzac en La obra maestra desconocida o a las teorías en torno al eterno femenino que vela sus facciones en el cuadro La Derelitta, hasta hace poco atribuido a Botticelli. En este caso, el motivo de inspiración es la fotografía Mujer de espaldas (ca. 1862), de Onésipe Aguado. Si decidimos fiarnos del catálogo del Metropolitan Museum of Art, “esta imagen es a la vez un retrato, una estampa de moda y un comentario humorístico”. Según Luigi Amara, además, esta misteriosa mujer se erige en un emblema barroco y en el residuo de una ironía posmoderna: “Darle la espalda a todo: / eso / es tener estilo”. Desde sus primeros versos, Nu)n(ca propone un asedio hermenéutico y una lección de anatomía, un paseo virtual por las afueras del sujeto y un colapso digresivo en el que las proyecciones metafóricas acaban neutralizando el enigma real. Para indagar en “la atracción / del lado oculto”, Amara se vale de diversos recursos que ya no forman parte del caleidoscopio del arte, sino del arsenal de la retórica. No en vano, el desafío que plantea este libro no reside tanto en invitarnos a contemplar la imagen como en incitarnos a leerla o a recrearla. Más allá del mero valor informativo, la búsqueda cristaliza en un lenguaje ritual, en una pulsión interrogativa y en un mosaico de posibilidades.


Por un lado, hallamos una panoplia intertextual que permite convocar en el mismo marco a miembros de distintos gremios y regímenes ficcionales: el capitán Ahab y Thomas de Quincey, las figuras de Friedrich y los trampantojos de Magritte, Rapunzel y Catherine Deneuve, la Gorgona de la mitología y la mujer de Lot. Por otro lado, la metamorfosis de la dama en musa efímera conduce a una sucesión de epítetos que mantienen cierto paralelismo con el tono de letanía: “geisha introspectiva”, “mujer barbuda”, “la Viuda”, “la Venus del desdén”, autómata, “perchero / de los peores presagios” o guadaña inapelable. Finalmente, el despiece del retrato en segmentos autónomos obedece a la constatación de que “más que mujer, / era un palimpsesto de facciones”. La “didáctica del cráneo”, la “espiral / del peinado” (con Vértigo al fondo) o el señuelo del hombro se integran en un aquelarre discursivo que flirtea con el aforismo y con el caligrama. Después de su odisea panóptica, Nu)n(ca da testimonio de un doble fracaso: el de una fascinación inexplicable y el de de un amor imposible. Al filo de una inminencia que jamás llegará a producirse, Luigi Amara entrega en este libro mucho más que el retrato de una dama: la extraordinaria construcción de un modelo para a)r(mar.


Publicado en el suplemento “Arte y Letras” del diario Información, el 26 de noviembre de 2015